viernes, 24 de diciembre de 2010

Mensaje de fin de año

Hola, espero que estés bien, (aunque está escrito para a muchos, me dirijo en singular para que sea más en confianza), escribo para desearte lo mejor para el año nuevo que viene y agradecerte por todos los momentos compartidos que pasamos en el año que termina. Gracias por aquellos momentos en los que me provocaste una sonrisa o una carcajada alegrando mi día, por los momentos difíciles, por los momentos en los que necesité apoyo y me lo diste y también gracias por confiar en mí cuando tú necesitaste ayuda y me la pediste.

Tal vez hemos convivido de cerca y frecuentemente o tal vez han existido distanciamientos por circunstancias diferentes y por eso no nos hemos visto hace varias semanas o meses, pero a pesar de eso quiero decirte que en algún momento has estado presente en mis pensamientos, no importa el momento ni la razón, lo importante es que sigues presente en mi vida. A veces en el camino al trabajo, si paso por donde vives me acuerdo de ti, al escuchar un nombre como el tuyo, me acuerdo de ti, también puede ser que de pronto me vengas a la mente y es entonces que recuerdo los buenos momentos y a veces también los malos; y también en esos instantes, espero y deseo que te encuentres bien, que todo lo que estés haciendo lo hagas con ganas, con gusto y obtengas lo que esperas.

Debes saber que no siempre nos damos el tiempo de hacer una llamada o de escribir un mail para saludar a alguien, no sé si te ha pasado el “nos hablamos pa’ ver cuándo salimos” (¿sí? Es clásico….¿no? entonces tengo que hacer algo para organizarme mejor). Bueno, debes saber también que con la vida un tanto ajetreada que llevo y otro tanto la desorganización que vive conmigo (jajaja) es un poco difícil estar siempre en contacto contigo, pero con todo y eso siempre hay unos segundos para desearte lo mejor. Por eso con estas líneas te deseo lo mejor para este año que vamos a empezar, ojalá todos tus deseos se cumplan pero lo que más quiero es que todas tus metas las puedas realizar, con esfuerzo, con dedicación y con fe, “hay que entrarle con fe a lo que hacemos”. La verdad no creo que el inicio del año sea el mejor momento para emprender algo, yo creo que puede ser cualquier día, 1° de enero o 28 de marzo, o 31 de diciembre, cualquier día es bueno (aunque el mejor creo que es el 21 de abril, jajaja), por eso, si tienes algo pendiente, no lo deseches para iniciar algo nuevo, mejor empéñate para concluirlo (pero no en el monte de piedad ehh), y sigue disfrutando día a día tu vida, busca la felicidad, busca el amor y el éxito, busca lo que quieras, un tesoro, no sé, pero no dejes de buscar, que ya verás que algo bueno encontrarás. Te mando un fuerte abrazo, pásatela súper chido con todas las personas que quieres. Ya no le sigo pa’ no aburrirte.

QUE TENGAS UNA FELIZ NAVIDAD, LLENA DE ALEGRÍA Y UN MUY FELÍZ, EXITOSO, VENTUROSO, PACHANGUERO (Y TODO LO DEMÁS) AÑO NUEVO

jueves, 14 de octubre de 2010

Premonición o la casualidad del onirismo.

Dormí con una especie de “disgusto” o algo muy similar a eso, confuso, frustrado, en fin, algo raro. Las 4:17 y los ojos abiertos; y casi al horizonte, la estrella que siempre molesta a esas horas. Parece una ebria que quiere hablar de sus penas, con un sobrio desconocido, y después de escucharla por varios minutos, vuelvo a dormir.
El despertador suena a las 7:00 en punto, estiro la mano y lo desactivo; vuelvo a dormir – “sólo unos minutos más y me levanto” – Pienso (si es que se le puede llamar así a ese proceso cerebral entre el mundo onírico y la incipiente realidad percibida en ese estado).
Después, vuelvo a abrir los ojos y me doy cuenta que son las 7:47
– Vale madres! Súper tarde, tengo que estar a las 8:00 en el trabajo. Entonces me doy un baño en dos minutos y me visto en tres, preocupado porque voy tarde a la – tan importante – video-conferencia. Luego, vuelvo a abrir los ojos, angustiado despierto, y confuso, otra vez como en la noche que fue, – “¡Ah chinga!” – sigo en la cama. Por una parte me encabrono, porque todo lo que según hice en cinco minutos, fue un sueño – y normalmente tardo como cuarenta minutos en hacerlo – pero por otro lado me alegra saber que sólo fue un sueño y que aún tengo tiempo.
– ¡Qué chido, sólo estaba soñando – Entonces, con toda calma miro el reloj y me doy cuenta que son las 7:47
– ¡Vale madres! 7:47 Súper tarde, tengo que estar a las 8:00 en el trabajo.
¿Casualidad o premonición? No lo sé. Espero que el siguiente sueño sea aquel tan recurrente de estos últimos días, o que por lo menos, sea uno en donde pueda ver el número del boleto al que le corresponde el premio mayor de la lotería.
Por cierto, tengo puesta la misma camisa que pude ver en el sueño.

sábado, 18 de septiembre de 2010

El momento de la decisión

Es insoportable la levedad, así lo ha descrito el maestro Kundera y harto acertado ha sido al decir eso. Cuando la vida es liviana, cuando no pasa nada, cuando quieres que pase algo, algo que de veras te sacuda, cuando quieres estar bien o cuando de plano quieres olvidarte de todo y todo lo anterior no pasa – por la levedad de nuestra existencia – es cuando tu existencia se vuelve insoportable, es cuando empiezas a caerte mal  y es entonces que buscas un algo que no sabes muy bien qué es, pero es algo que cambie tu vida, algo que la vuelva pesada, difícil y sinuosa para, por lo menos, soportarla un poco y es entonces cuando llega el momento de la decisión. ¿Qué es el momento de la decisión? No es otra cosa más que un instante, cualquiera en el que debas elegir entre una opción y otra, lo cual tendrá implicaciones en un futuro, tanto inmediato, como distante.
Siempre he pensado que al tomar una decisión, ésta podrá repercutir hasta el último minuto de nuestra existencia en este mundo y también en el minuto siguiente al que la tomamos.  Por ejemplo, decidir entre asistir o no a una reunión en un bar. ¿Qué consecuencias podría tener? Pues bueno, pueden suceder muchas cosas esa noche, puede que no suceda nada, pero puede que esa noche salgas acompañado de una persona con la que puedas pasar las siguientes horas de la manera más estupenda y hasta ahí; o bien, puedes salir de ese lugar con la persona con quien podrías pasar tus mejores años o hasta el resto de tu vida. ¿Y de dónde viene todo? Pues de aceptar una invitación a una simple reunión.
El asunto relevante de esto, es cómo fregados saber cuándo estamos tomando una decisión correcta o adecuada. Desafortunadamente no contamos con un punto de referencia o de comparación. No existe posibilidad alguna de comprobar cuál de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como cuando un actor representa un personaje sin ningún tipo de ensayo. Pero ¿qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma?
Esa es una pregunta que muchos nos hacemos en el largo transitar de esta vida y que sea como sea, leve o en su caso pesada, llegamos a tener una aproximación a la respuesta en función de la satisfacción que sentimos al hacer una revisión en retrospectiva de nuestros actos. Así pues, preguntémonos qué tan satisfechos estamos con lo que hemos hecho de nuestras vidas para saber si hemos decidido (por llamarlo de alguna manera) “adecuadamente”.

viernes, 10 de septiembre de 2010

En la madrugada

Junio lloraba a media noche y sus lamentos relampaguearon en mis ojos


Ruido desolador de los llantos adoloridos, alejados de las almas gozosas

Abrazado por la tenue y triste luz de una vela roja, la llama me tendió su mano

Ardiendo mi cuerpo en el calor por la ausencia que dejaste, me encontré sólo

Y tu vestido azul me abrazo cuando mis mejillas se humedecieron

Y tus botas cafés me siguieron hasta el rincón donde un día me hiciste el amor

miércoles, 11 de agosto de 2010

Ser escritor

Yo hubiese querido ser escritor de profesión, sin embargo heme aquí, detrás de un minúsculo escritorio y frente a una pantalla – sí, escribiendo, redactando, revisando – pero escribiendo textos y contestando e-mails, que tienen que ver con estadísticas, con temas de rentabilidad, con cuestiones de eficiencia, etc. ¡Basura!


Trabajando para una empresa capitalista me olvidé (sólo un poco) de lo que en realidad – o en fantasía – quería hacer cuando llegué a la universidad, la cual por cierto, elegí por miedo a ser escritor y morirme de hambre. No me atreví a ser escritor, tal vez porque en el fondo sabía que no era bueno para esto de las letras y la creación. Decir esto puede resultar frustrante, pero qué más da, si de por sí ya estoy frustrado. Recuerdo que cuando era niño quería ser algo muy parecido a lo que hoy soy; y hoy que soy lo que quería ser cuando niño, creo que más bien quiero ser lo que no quise en aquel momento. Sí, quiero ser un… un vagabundo hippie que vaya rodando de lugar en lugar, sin preocuparme si voy tarde al trabajo o los cientos de pendientes que hay que llegar a atender y dar cumplimiento para que el negocio siga adelante.

Pero bueno ¿en qué estaba? Ah, sí, lo de ser escritor. Pues como no me atreví, no me quedó otra más que seguirle los pasos a aquellos que sí se atrevieron y un buen día conocí a un tal Bukowski, que en uno de sus textos me dio una serie de consejos – de los cuales, algunos ya eran hábito en mí – para ser un gran escritor, y bueno, aquí me tienen mediocreando (sí, por mediocridad y por medio crear) mientras lo logro.

Mujeres

En la actualidad y también en la anterioridad - nomás que se notaba menos - las mujeres se han apoderado de muchos espacios (por ejemplo los bloggs), cada vez van abriendo más camino (tengo dos jefas) y van formándose como tomadoras de decisiones, lo cual me parece estupéndo, porque a mí me gustan las mujeres que tienen claridad en sus objetivos, que saben a dónde quieren llegar y que saben cómo hacerlo, me gustan las mujeres que saben lo que quieren, en pocas palabras: "ME GUSTAN LAS MUJERES QUE SABEN QUÉ ESCOGER" eh.. eh, es decir, que saben tomar decisiones.