sábado, 18 de septiembre de 2010

El momento de la decisión

Es insoportable la levedad, así lo ha descrito el maestro Kundera y harto acertado ha sido al decir eso. Cuando la vida es liviana, cuando no pasa nada, cuando quieres que pase algo, algo que de veras te sacuda, cuando quieres estar bien o cuando de plano quieres olvidarte de todo y todo lo anterior no pasa – por la levedad de nuestra existencia – es cuando tu existencia se vuelve insoportable, es cuando empiezas a caerte mal  y es entonces que buscas un algo que no sabes muy bien qué es, pero es algo que cambie tu vida, algo que la vuelva pesada, difícil y sinuosa para, por lo menos, soportarla un poco y es entonces cuando llega el momento de la decisión. ¿Qué es el momento de la decisión? No es otra cosa más que un instante, cualquiera en el que debas elegir entre una opción y otra, lo cual tendrá implicaciones en un futuro, tanto inmediato, como distante.
Siempre he pensado que al tomar una decisión, ésta podrá repercutir hasta el último minuto de nuestra existencia en este mundo y también en el minuto siguiente al que la tomamos.  Por ejemplo, decidir entre asistir o no a una reunión en un bar. ¿Qué consecuencias podría tener? Pues bueno, pueden suceder muchas cosas esa noche, puede que no suceda nada, pero puede que esa noche salgas acompañado de una persona con la que puedas pasar las siguientes horas de la manera más estupenda y hasta ahí; o bien, puedes salir de ese lugar con la persona con quien podrías pasar tus mejores años o hasta el resto de tu vida. ¿Y de dónde viene todo? Pues de aceptar una invitación a una simple reunión.
El asunto relevante de esto, es cómo fregados saber cuándo estamos tomando una decisión correcta o adecuada. Desafortunadamente no contamos con un punto de referencia o de comparación. No existe posibilidad alguna de comprobar cuál de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como cuando un actor representa un personaje sin ningún tipo de ensayo. Pero ¿qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma?
Esa es una pregunta que muchos nos hacemos en el largo transitar de esta vida y que sea como sea, leve o en su caso pesada, llegamos a tener una aproximación a la respuesta en función de la satisfacción que sentimos al hacer una revisión en retrospectiva de nuestros actos. Así pues, preguntémonos qué tan satisfechos estamos con lo que hemos hecho de nuestras vidas para saber si hemos decidido (por llamarlo de alguna manera) “adecuadamente”.

viernes, 10 de septiembre de 2010

En la madrugada

Junio lloraba a media noche y sus lamentos relampaguearon en mis ojos


Ruido desolador de los llantos adoloridos, alejados de las almas gozosas

Abrazado por la tenue y triste luz de una vela roja, la llama me tendió su mano

Ardiendo mi cuerpo en el calor por la ausencia que dejaste, me encontré sólo

Y tu vestido azul me abrazo cuando mis mejillas se humedecieron

Y tus botas cafés me siguieron hasta el rincón donde un día me hiciste el amor