jueves, 12 de julio de 2012

La dicotomía de la ignorancia

La ignorancia es una dicotomía: vivir en la ignorancia plena, te puede hacer feliz, pero vivir en la ignorancia consciente te puede frustrar la vida.

Mientras más sé, más me doy cuenta de lo que no sé y por ahora no recuerdo qué filósofo lo dijo – una muestra clara de mi ignorancia consciente – y es aquí en donde llega, como consecuencia lógica, mi frustración. Porque si no supiera que hubo algún filósofo que dijo lo referenciado, créanme, que ahorita no estaría ni frustrado ni preocupado por no recordar quién fue (al rato reviso en internet). Pero éste es un ejemplo muy sencillo y hasta lógico de entender, sin embargo, cuando el tema se vuelve más complejo, con más elementos a consideración, pues la frustración es mayor.

Hablando, por ejemplo, del tema político-social-económico-cultural-y lo demás que representa la elección de un presidente, me doy cuenta que mi país (aunque no la totalidad de la población) vive en una gran ignorancia, por ende vive feliz, sin frustraciones, con ilusiones (según el diccionario de la RAE ilusión. (Del lat. illusĭo, -ōnis) 1. f. Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos.), o sea que bien podríamos decir, "andan en el viaje". Por otro lado, hay una buena parte de mi país que vive informada, en la ignorancia consciente, ésta ignorancia de saber que sabemos poco, la ignorancia que te genera hambre de saber cada vez más y de tener claro que hay una inmensidad de conocimiento que aún ignoramos. Estos ignorantes conscientes somos los que hoy vivimos en una gran frustración, por saber lo que sabemos, por ignorar lo que no sabemos y que podrían eventualmente buscar un cambio en nuestras condiciones, un cambio que llevará años, décadas, quizás.

Es momento de pensar y plantearnos de manera distinta la organización de nuestro gobierno. Es un derecho constitucional que tenemos, el hecho de elegir nuestra forma y organización de gobierno, debemos exigir – en serio y de cerca – que los políticos hagan su trabajo y para eso debe haber rebelión, pero además, debe haber organización. Los pueblos deben empezar a organizar pequeñas células, grupos de barrio que exijan a nuestros gobernantes un desempeño favorable para el pueblo, para la gente; que no permitan esas reformas que tanto daño harán a la mayoría y que beneficiarán a unas minorías, porque el gobierno que está en puerta piensa terminar de entregar el sector energético a unos cuantos. Que no nos sorprende que en los años siguientes, quieran entregar al sector privado el derecho a la salud, el derecho a la seguridad social, que aniquilen los derechos laborales, que los maestros y catedráticos – no sólo de educación básica, sino de universidades – sean contratados por una universidad u organización privada y sean asignados a escuelas públicas. Y así, muchos otros sectores, como la limpieza, las cárceles y si se puede, hasta la policía.

Es momento de exigirle al presidente y a todos los niveles de gobierno, una rendición de cuentas y permitir sólo las reformas que sean favorables a la gente, al pueblo, bloqueando aquellas reformas que son perjudiciales. Es momento – como se dice – de "traerlos al pedo" a ver si de veras aguanta este gobierno tramposo.


 

Por supuesto, esto llevará tiempo. Las transformaciones sociales llevan años, así que hay que aguantar y no desesperar… con todo y frustraciones.